La palabra motivación proviene del latín "motivus", es decir, causa de movimiento.
Hay dos tipos de motivaciones:
- Extrínseca, depende de factores externos, es decir, gratificaciones que son fruto de negociaciones o premios. Requiere un refuerzo positivo para que la conducta se repita en el tiempo. Su problema principal es encontrar un refuerzo significativo que genere la motivación para lograr el resultado esperado. Al usar el mismo refuerzo no genera el mismo resultado, por lo que se requiere cambiar.
- Intrínseca, depende de factores internos, los cuales se desarrollan principalmente sobre los pilares de la autonomía (capacidad de resolver problemas), el desarrollo de habilidades (trabajo sistemático, disciplina y máximo esfuerzo) y el propósito (sentido en la vida). Esta motivación se desarrolla cuando la persona tiene logros y comprende que estos se logran a través del trabajo sistemático, máximo esfuerzo y disciplina. Los logros son sinónimo de sentirse capaz y motivan a actuar.
Numerosos estudios han demostrado que la motivación interna es la única capaz de sostener un trabajo a mediano y largo plazo.
Entonces, la desmotivación surge cuando no hay logros.