Cuando ayudamos, es importante diferenciar entre ser empático y asistencialista:
El empático cree y confía en las capacidades de todas las personas, es capaz de observar lo que la persona necesita para resolver sus conflictos y entrega las herramientas para que lo pueda lograr.
El asistencialista no enseña cómo resolver. Él es quien resuelve y muchas veces, sin darse cuenta, genera más limitaciones.
Un ejemplo de ello es la historia de un hombre que encuentra un capullo y observa cómo una mariposa se esfuerza en atravesar un pequeño agujero. Su impaciencia lo impulsó a agrandarlo para que saliera con menor dificultad. Sin saberlo, el resultado fue que la mariposa nunca pudo volar, porque el esfuerzo que realiza para atravesar el diminuto agujero le permite obtener el tamaño y la fuerza necesaria para poder lograrlo.
¿Cuántos agujeros hemos abierto para facilitar la vida a nuestros hijos?
Hay muchas situaciones que los padres desearían que sus hijos nunca tuvieran que enfrentar, como desengaños, frustraciones, dificultades y conflictos.
Pero, ¿se imaginan cómo sería un adulto si de niño...?:
- Nunca tuviera que enfrentar un problema.
- Solo recibiera felicitaciones y halagos por todo lo que hace.
- Jugara todo el día y no tuviera que esforzarse por lo que quiere.
- Todo le fuera fácil y entretenido.
Tal vez, serían hijos que no podrían volar...